En el próximo año y medio se celebrarán elecciones presidenciales en trece países de África subsahariana, con los consiguientes temores de que, como ya ha sucedido en el pasado, vuelvan a registrarse brotes de violencia o conflictos. ¿Qué pueden hacer los países africanos para mitigar la violencia electoral?
El gráfico de la semana, obtenido de una investigación reciente del FMI, indica que la participación femenina en la fuerza laboral podría hacer menos probable la violencia electoral en África. Casi la mitad de los encuestados han admitido que temen ser víctimas de la violencia electoral. La cifra se reduce en un 25% cuando la relación mujeres/hombres de participación en la fuerza laboral es 5 puntos porcentuales mayor.
Cabe entonces preguntarse si las mujeres pueden ser una fuerza que propicie las elecciones democráticas y pacíficas en África. Como suelen decir los economistas, todo tipo de exclusión es un fenómeno «subóptimo». Las mujeres cumplen un papel fundamental como generadoras de cohesión social y legitimidad política. Su participación en la fuerza de trabajo y en los diferentes niveles de toma de decisiones ayuda a garantizar que una población más numerosa y diversa sea escuchada, y que esas voces ayuden a prevenir la violencia electoral y a preservar la paz.
Pero la brecha de género es bastante amplia en algunos países africanos. Las mujeres en gran medida aún no participan en los procesos de paz ni en los círculos en los que se toman decisiones. Abordar la desigualdad estructural en África podría ayudar a mitigar la violencia electoral y frenar su propagación. Dadas estas posibles ventajas generales, las autoridades africanas deberían centrar más la atención en la desigualdad de género, y adoptar políticas adecuadas para garantizar la igualdad de oportunidades para todos los ciudadanos. En pocas palabras, dar a las mujeres la voz que se merecen.